domingo, 29 de junio de 2008

Los besos no deben romperse


Un beso cayó en la vereda.
Miré para arriba suponiendo que habría caído desde algún edificio y lo tomé suavemente con un poco de temor para no romperlo. Los besos no deben romperse, me decía siempre mi abuelo Carlitos y una lágrima le rodaba por su mejilla cada vez que me mostraba la foto de Lucía, aquella jovencita de quien se había enamorado antes de casarse con mi abuela.

Una alta torre de departamentos se levantaba frente a mí y me quedé escuchando esperando algún grito de reclamo, quizá de alguna adolescente a quien se le había caído al querer robarlo. No escuché nada.

Me paré delante de los timbres y comencé a llamar empezando por el piso 20 , departamento “A” y así hasta llegar al 1“B”. No quise tocar en la planta baja porque de ahí no podía haberse caído.

-Perdone…a usted se le cayó un beso a la vereda?

-Quéeeeeeee????

-Qué dice??????

-No está la señora…

-A quién busca?

Diferentes y ridículas respuestas fui escuchando de cada departamento como si el haber encontrado un beso caído en la vereda fuera algo tan extraño.

Cuando ya estaba por irme, me volví. Una anciana con los ojos llorosos y un pañuelito blanco en la mano que acababa de salir de un departamento de la planta baja, se acercaba lentamente hasta abrir la puerta:

-Señora- le dije- este beso es suyo?

Sin decir una palabra, abrió el pañuelito y dejó caer en él el beso que yo tenía en mi mano, lo envolvió despacito, me abrazó débilmente y se metió otra vez en el edificio mientras balbuceaba:

-Ay Carlos...Carlos…los besos no deben romperse... ya te lo dije…

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